Fundación DENAES, para la Defensa de la Nación Española

lunes, 12 de septiembre de 2011

La «épica» de Mas

Con el fin del verano ha vuelto la actualidad política habitual, y con ella una noticia no por más repetida menos sorprendente: el gobierno de la Generalidad ha reconocido abiertamente que incumplirá una nueva sentencia judicial, esta vez emanada del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, que obliga al gobierno catalán a permitir la enseñanza en español para aquellos padres que deseen educar a sus hijos en la lengua oficial de España.

Sin embargo, si bien ya es habitual esta oposición de parte de políticos que han declarado abiertamente su enemistad a la Nación Española, sí sorprenden las justificaciones de dos de sus dirigentes: el portavoz de la Generalidad, Francesc Homs,  afirma que es imposible que se hubieran producido más sentencias judiciales a favor de la educación en español, pues de lo contrario llevarían alrededor de 30 años viviendo en la ilegalidad. El Presidente de la Generalidad catalana, Artur Mas, ha elevado un punto más su retórica: ha llamado a «la épica» para negarse a cumplir la ley.

Este verdadero cinismo de parte de dos cargos públicos que no sólo incumplen la ley sino que presumen abiertamente de ello en público, seguramente no sería posible sin la inestimable colaboración de un Gobierno de España que lleva años siendo cómplice del separatismo, desde la firma del Pacto del Tinell con el ya finado tripartito, sólo derogado en los hechos tras el triunfo de CiU en las últimas elecciones catalanas, y ahora de la mano del ejecutivo de Mas. Hasta el propio presidente del Tribunal Superior de Justicia de Cataluña, Miguel Ángel Gimeno, ha menospreciado una sentencia emanada de la misma institución que él preside. Para él, se trata de un mero caso particular que no puede generalizarse a todo el sistema educativo catalán.

Todos ellos constituyen síntomas de una corrupción política e ideológica tan preocupante como habitual, situación en la que quienes son enemigos declarados de la Nación se saben ganadores ante un gobierno de la Nación que no hace más que claudicar, a cambio de mantenerse en el poder a cualquier precio. Ignoran así la amenaza explícita contra la Nación Española que abanderan unos dirigentes que apelan a «la épica», pues en sus fabulaciones separatistas se ven a sí mismos como «héroes» de la nación catalana que nacerá segregándose de España. Eso es lo que, sin ambigüedades de ningún tipo, han celebrado prácticamente todos los partidos políticos catalanes en la fiesta del 11 de Septiembre, la Diada, salvando las honrosas excepciones del Partido Popular y de Ciudadanos que nosotros sepamos.

Ante las inminentes elecciones generales y el presumible cambio de gobierno que se avecina, sólo cabe esperar que el Partido Popular tenga en cuenta todos estos antecedentes y, si es preciso, adopte las medidas recogidas en la Constitución Española, sin ir más lejos en su Artículo 155, para evitar que una comunidad autónoma se sitúe fuera de la ley que obliga a todos los ciudadanos de la Nación Española sin distinción.

FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA

jueves, 7 de julio de 2011

Bildu y la capitalidad cultural europea

La semana pasada se conoció el fallo definitivo del jurado que debía otorgar la Capitalidad Cultural Europea a una ciudad española para el año 2016, galardón a compartir con otra ciudad polaca tal y como se había establecido previamente en las bases del concurso. Tras una primera criba que tuvo lugar el pasado año 2010, quedaron como finalistas las ciudades de Zaragoza, Burgos, Segovia, Las Palmas de Gran Canaria, Córdoba y San Sebastián, siendo esta última la que se alzó con el ansiado premio.

Sin profundizar en las quejas presentadas por otras candidaturas, que se consideraban poseedoras de mayores méritos que la ciudad finalmente elegida, es de destacar la razón esgrimida por el jurado para otorgar el premio a San Sebastián: la distinción concedida a la capital guipuzcoana como Capital Europea de la Cultura 2016 «servirá para afianzar el proceso de paz».

Por lo tanto, si ya de por sí son sospechosas de politización elecciones de este tipo, las sospechas se tornan ahora en una macabra certidumbre: la certidumbre de que el gobierno de España sigue manteniendo el diálogo con una banda terrorista antiespañola como ETA, y a la que recientemente se le ha concedido la gracia de presentarse a unas elecciones bajo la forma de la coalición Bildu, logrando unos resultados tan abrumadores (segunda fuerza política a nivel municipal en el País Vasco) como desalentadores para la causa de la Nación Española. No olvidemos que la alcaldía de San Sebastián se encuentra en posesión de Bildu, con lo que a los medios que le otorga el poder controlar tan importante consistorio, hay que añadir todos los parabienes que le facilitará su condición de capitalidad cultural. Esta designación de San Sebastián como Capital Europea de la Cultura no puede considerarse sino como un nuevo favor a ETA.

Por si fuera poco, el alcalde saliente, Odón Elorza, famoso por su connivencia con las anteriores marcas blancas de ETA, y derrotado precisamente por Bildu tras veinte años ininterrumpidos de gobierno socialista en el consistorio donostiarra, ya se ha lamentado porque según él se politice la elección de la capitalidad cultural. ¿Es que acaso la presencia de Bildu en la alcaldía no es ya de por sí un signo inequívoco de politización hacia la causa de quienes buscan destruir la Nación Española a cualquier precio?

¿Y qué puede ofrecer como «cultura» una Capitalidad Cultural dirigida por una fuerza política extravagante, que ya ha manifestado su intención de que el ejército, la policía y cualquier otra fuerza de seguridad española salgan del País Vasco? Obviamente, todo lo que no sea común al resto de la Nación Española, a la cultura común que caracteriza a una de las naciones más antiguas de Europa. Lo que representa desde varias décadas atrás la normalización lingüística en eusquera, ignorando el español, o la segregación de cualquier rasgo cultural común al resto de la Nación Española. Algo por lo que ETA, las siglas que se ocultan tras la máscara de Bildu, lleva peleando con sanguinarios métodos desde hace más de cincuenta años.

FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA.

miércoles, 22 de junio de 2011

La «guerra» de Arzalluz

La semana pasada fueron noticia unas declaraciones del antiguo dirigente del Partido Nacionalista Vasco, Javier Arzalluz, acerca del éxito electoral de la coalición proetarra Bildu, vertidas en el también diario proetarra Gara. El ex dirigente nacionalista, el mismo que presumió en su día de «recoger las nueces» que caían del árbol que agitaba ETA con sus atentados terroristas, ha afirmado, con todo el cinismo del que siempre ha hecho gala, que la lucha contra ETA «es una guerra que Madrid no ha ganado, ha perdido».

Más allá de las caracterizaciones que para diversos expertos merece el terrorismo, ya sea considerado como guerra o como mero acto delictivo, no es menos cierto que las acciones terroristas de ETA siempre han sido realizadas contra España, siendo los etarras declarados enemigos de la Nación Española desde el mismo momento de su formación. Tampoco es menos cierto que Arzalluz y el PNV en general, durante sus treinta años ininterrumpidos de gobierno en el País Vasco, se aprovecharon del terror causado por ETA para obtener cuantiosos réditos electorales, propiciando incluso coaliciones con Batasuna, el brazo político de la banda terrorista, y lanzándose de manera clara en brazos de los terroristas cuando éstos asesinaron cobarde y brutalmente a Miguel Ángel Blanco.

De la protección que el PNV ofreció a ETA cuando el gobierno de José María Aznar la tenía más acorralada que nunca, hacen gala las declaraciones de Arzalluz durante la entrevista, refiriéndose a la aprobación de la Ley de Partidos que permitió la ilegalización de Batasuna y sus subsiguientes marcas electorales. Arzalluz incluso afirma que «nosotros [el PNV] no fuimos suficientemente contundentes cuando salió la Ley de Partidos. Yo era presidente y di ruedas de prensa condenando aquello, porque decía "hoy éstos y mañana nosotros", y además rompen la capacidad, la fuerza, que podamos tener juntos». No cabe manifestar mayor complicidad con el terrorismo etarra.

El resto de la entrevista no nos dice gran cosa que ya no supiéramos de tan nefasto personaje, enemigo declarado de la Nación Española: es partidario de la independencia del País Vasco, «mejor hoy que mañana», pero también confiesa que su orientación táctica fue irla consiguiendo «a pasos, como todo en la vida». Y es que Arzalluz, haciendo gala de su victimismo habitual, afirma, refiriéndose a los vascos que «hoy por hoy no tenemos más que incomodidad y rechazo por todos los lados. Hoy, en España, el sentimiento mayoritario sobre los vascos es que "estos se han ido" porque les gustaría tenernos, pero ya saben que a la mayoría no nos tienen». La independencia del País Vasco es contemplada ya como un hecho irreversible por quien siempre mantuvo una guerra declarada contra España.

Desde DENAES no cabe establecer otro diagnóstico de las declaraciones de Arzalluz que su satisfacción por el éxito electoral de Bildu en las pasadas elecciones municipales, pues constituye un paso más hacia la segregación del País Vasco de la Nación Española. Paso propiciado, no es menos cierto, por la legalización de sus listas electorales que el Tribunal Constitucional y el Gobierno de España toleraron pese a todas las pruebas en contra de semejante decisión.

FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA.

jueves, 2 de junio de 2011

Pacto o traición

Aún no nos hemos recuperado de los resultados electorales de la coalición proetarra Bildu, cuando el lehendakari Pachi López ha afirmado que están estudiando en su partido, el PSE, llegar a «acuerdos puntuales» con la coalición proterrorista. Justo además el día en que PSOE y PP pactaban en el Congreso de los Diputados «la derrota definitiva, incondicional y sin contrapartidas» de ETA, toda una contradicción en los términos entre el PSOE nacional y el PSE. La razón fundamental de esta decisión, al parecer, se encuentra en que el partido de López, el PSE, no ha recibido suficiente refrendo en las urnas y teme perder cuotas de poder a nivel municipal y en las diputaciones de la comunidad autónoma vasca.
Al bochornoso espectáculo ofrecido por el sector «progresista» del Tribunal Constitucional, actuando como casación de unas pruebas ya firmemente establecidas por el Tribunal Supremo, con tal de validar como fuese la coalición de ETA para los comicios municipales y autonómicos, tenemos que sumar a un dirigente del PSOE, en este caso quien preside el gobierno del País Vasco, que se ofrece al acuerdo con quienes son los herederos legales de la vieja Batasuna. Esta misma semana hemos podido presenciar, «con luz y taquígrafos», el encuentro PSE-Bildu, presidido por el «independiente» columnista del diario proetarra Gara, Martín Garitano, y el socialista Miguel Buen, ambos candidatos a liderar la Diputación de Guipúzcoa.

Paradójicamente, López ha pasado de mantener un acuerdo de apoyo con el PP en el País Vasco, con el objeto de acabar con treinta años de dominio del nacionalismo del PNV, a dejarse querer por estos últimos, y ya directamente a proclamar su voluntad de llegar a acuerdos con quienes representan la violencia terrorista que busca segregar el País Vasco de la Nación Española. Poca diferencia puede haber ya entre un PSOE nacional que cometió delito de alta traición al negociar con los terroristas de ETA, además de humillar a unas víctimas del terrorismo que ven defraudada su confianza en el imperio de la ley, y un PSE que ya se ofrece públicamente a esta clase de componendas.

En estas condiciones, desde DENAES consideramos que debieran pensar muy seriamente los dirigentes del Partido Popular si tiene aún sentido apoyar a un lehendakari que ha dado la espalda a las promesas que formuló durante su investidura, hace ahora justamente dos años.

FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA

miércoles, 18 de mayo de 2011

El «independiente» Tribunal Constitucional


El Presidente del Tribunal Constitucional, Pascual Sala, ha afirmado escandalizado que no entiende por qué se cuestiona la independencia de los magistrados. Todo ello acerca de la polémica que ha generado la decisión del Alto Tribunal de permitir a la coalición Bildu concurrir a las elecciones del 22 de mayo. En efecto, si leemos la Constitución Española, en ella el Tribunal Constitucional se define como intérprete supremo y órgano independiente, que vela por la constitucionalidad de las leyes. Sin embargo, pese a que el Tribunal Constitucional es formalmente un tribunal compuesto de jueces y magistrados, la particularidad de éstos reside en que no son designados directamente por el Consejo General del Poder Judicial, sino por el Parlamento, por el poder legislativo, que es quien decide su composición. La ya habitual división que los periodistas suelen establecer entre los magistrados «conservadores» y los «progresistas» miembros del Tribunal Constitucional, es especialmente reveladora de esta peculiaridad.

Si realmente los jueces del Alto Tribunal fueran «independientes», estaría de más, o sería incluso improcedente, mencionar sus adscripciones ideológicas. Pero lo cierto es que tales magistrados votan y deciden precisamente en función de su ideología: los seis magistrados que votaron a favor de que Bildu se presente a las elecciones municipales eran del grupo «progresista», considerado afín al actual gobierno del PSOE. El Tribunal Constitucional deja de ser un mero tribunal independiente y único en su género, y se convierte así en un tribunal político, cuyas sentencias son inducidas por el gobierno aprovechando la composición favorable de su pleno.

Así, el Tribunal Constitucional ejerce un papel de tribunal de casación de las sentencias del Tribunal Supremo, un tribunal de signo político que está por encima del poder judicial, que revisa las sentencias del Supremo si ello conviene al Gobierno. El permiso parlamentario otorgado en su día para que el gobierno del PSOE dialogue con la banda terrorista ETA, está sin duda directamente relacionado con la legalización de una coalición política que incluye a componentes del ilegalizado partido Sortu (en estricta aplicación de la Ley de Partidos por parte del Tribunal Supremo tanto para éste como para el caso de Bildu), para beneficio del PSOE y del Gobierno en sus tratos con ETA. Todo en perjuicio de la Nación Española, como ya se comprobó en el grave precedente de la tramitación del recurso de inconstitucionalidad contra el Estatuto de Cataluña. El bochornoso espectáculo ofrecido, prolongándose de manera fraudulenta la presencia de varios de sus miembros, además de la bronca de algún miembro del gobierno a la presidenta del Alto Tribunal, María Emilia Casas, nos ofrece muestras más que significativas de en qué se ha convertido el Tribunal Constitucional.

Desde DENAES no podemos sino denunciar la corrupción del Alto Tribunal por sentencias como las nombradas, pues en lugar de velar por el cumplimiento de la Constitución (en cuyo Artículo 2 se señala claramente la indisoluble unidad de la Nación Española), permitió en su día la felonía del Estatuto de Cataluña; ahora, ha permitido la legalización de una banda terrorista para que concurra a las próximas elecciones y pueda ocupar alcaldías y subvencionarse con dinero del Estado, para proseguir su lucha asesina y criminal contra la Nación Española.

FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA

jueves, 31 de marzo de 2011

Comunicando



ETA ha vuelto a comunicar a sus enemigos la intención de mantener sus amenazas si es que no se accede a sus objetivos. Menuda noticia.

Envuelta en esa realidad imaginaria de un país no reconocido por España y Francia al que llaman «Euskadi», la banda funciona como si sus emisarios fueran embajadores que de igual a igual, de nación a nación, comunicaran a sus homólogos que deben suscribir un acuerdo de paz. Y no dejan de ser condescendientes con sus amenazados de muerte, que hasta les venden su propia derrota.

La confusión en la que viven, no obstante, no es nuestro problema. Allá los asesinos con sus motivaciones. El drama de España es que nos encontramos con un Gobierno que acepta las reglas impuestas por los terroristas, dando por bueno el mero hecho de «comunicar» con semejante plataforma. Prueba de ello son las declaraciones de Caamaño, nada menos que ministro de Justicia: «de ETA sólo esperamos un comunicado, y es que abandone de forma definitiva las armas y que se sume a la convivencia pacífica que deseamos todos los españoles».

¿Qué es eso de que ETA «se sume» a la convivencia? ¿Acaso que dejar las armas sería el precio suficiente con el que la Justicia española admitiría el pago por la responsabilidad de sus asesinatos? Lo inimaginable para cualquier otro grupo criminal en España, es posible para ETA. Dejar de asesinar, simplemente; tal es su castigo. Porque, en el fondo, Caamaño cree que tienen derecho a hacerlo, como si la «nación» en ciernes que España elimina, Euskadi, tuviera en ETA al ejército que firma su rendición.

Y es que ETA podrá ser una banda de asesinos alucinados, pero su alucinación se sostiene mientras damos audiencia a sus planes de acción. Y en ese sostén se incluye no sólo al Gobierno, sino a la prensa, y en general, medios de comunicación que deberían mostrar a los españoles la brutalidad y las intenciones del terror separatista, pero no dar beligerancia a sus palabras, a sus comunicados que siempre dicen lo mismo.

Un país decente, en caso de llegar ese último y, al parecer, deseado comunicado, no haría mejor cosa que tomarlo como lo que es cualquier anuncio de ETA: la trampa de una negociación encubierta.

Desde la Fundación DENAES para la Defensa de la Nación Española queremos alertar a los españoles de la negociación encubierta del Gobierno y animarles a acudir a la manifestación convocada por la AVT para el próximo 9 de abril, a las 17.00 en la Glorieta de Bilbao, en Madrid: Por la derrota del terrorismo, ETA fuera de las elecciones.

FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA

jueves, 24 de marzo de 2011

Entreabrir la puerta al plurilingüismo

Saben bien sus señorías de la importancia que tienen los juicios que sobre sus formas emite la prensa en sus diferentes manifestaciones. Lo saben bien y por ello, unos con más rigor que otros, se ciñen a los preceptos que marca esa tiranía que se esconde tras el rótulo de lo políticamente correcto. José Bono, Presidente del Congreso de los Diputados, es sin duda uno de los que con mayor astucia y, en ocasiones, cierto histrionismo, maneja su cuidada imagen.

Católico confeso, capaz, sin embargo, de comulgar con galletas; protomártir primero —«antes prefiero morir que matar»— belicista con respecto a Libia después, don José toleró el pasado martes, que varios diputados españoles se manifestaran en la tribuna de oradores del Congreso de los Diputados, en vascuence, gallego y catalán para, después de terminada su ilegal alocución, aclarar que toleraba tal violación del reglamento: «para que no se diga...».

Bono, de este modo, demuestra hasta qué punto su conducta está condicionada por la opinión que puedan emitir sobre la misma los llamados medios, unos medios encantados de sustituir la toponimia en español por sus correlatos vernáculos. Al margen de cuestiones mediáticas que tanto obsesionan a algunos, cabe advertir que lo que los separatistas, desde la «radical» ETA a los «moderados» de CIU, persiguen, esto es, la destrucción de su odiada España, tiene en la desaparición del español —no confundir con el castellano— uno de sus principales objetivos.

Así pues, en una España fragmentada por las fronteras interiores que supone su estructura autonómica de tendencia confederal, los avances de las aludidas facciones antiespañolas no pueden sino abrigar esperanzas de alcanzar nuevas conquistas tras haber logrado convertir al Senado en una auténtica y bufa Torre de Babel, tras este respiro concedido por Bono, quien no ignora que su propio partido acusa una estructura coincidente, y mimetizada cada día más por su principal fuerza oponente, con el estado autonómico. En su tacticismo, sin duda, juega un importante papel el hecho de que dentro del PSOE tenga una gran fuerza —la misma que llevó a ZP a su presidencia— el grupo PSC, de indudable aroma catalanista y con un deseo cada vez menos disimulado de crear un grupo propio en el Congreso, un grupo que, sin duda, se expresaría en catalán y cuyos votos serían imprescindibles para la victoria de un candidato socialista.

Cuestiones internas todas ellas que en nada pueden importar a España y a los patriotas, que no patrioteros oportunistas, que la defienden, muchos de los cuales están integrados en la Fundación para la Defensa de la Nación Española cuyo idioma, de alcance universal, es el español.

FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA

viernes, 18 de marzo de 2011

La «desgracia» de Godall

Anteyer fueron noticia las desafortunadas declaraciones de Alfons Godall, vicepresidente del Fútbol Club Barcelona durante la época de Joan Laporta, en las que comparaba la «desgracia» que sufren los catalanes por pertenecer a España, con el desastre que está sufriendo Japón por el terremoto que recientemente ha devastado el país del sol naciente. «Los catalanes somos unos ciudadanos castigados por la desgracia y la injusticia históricas», pues «el destino y la desdicha nos han llevado a tener que ser españoles y sufrir las consecuencias», ha afirmado Godall.

Y en efecto, el nacionalismo catalán desde siempre ha considerado una «injusticia histórica» el haber sido sometido a una «cárcel de pueblos» llamada España, en la que Cataluña ha de cohabitar con unos seres humanos en inferioridad racial, con los españoles «mesetarios», causantes a su juicio de la decadencia de España durante el siglo XIX. Como nos cuenta el profesor Francisco Caja en su libro La raza Catalana: El núcleo doctrinal del catalanismo, publicado en Encuentro el pasado 2009, los separatistas catalanes siempre consideraron «la raza catalana» como más «europea», cuyo destino histórico es imperar en España y revitalizarla. Por ejemplo, el nacionalista catalán Pompeyo Gener ya afirmó en 1900 que los catalanes eran «arios» (al contrario de los de «La Meseta», los «del otro lado del Ebro»), por lo que debían ser ellos quienes dirigieran una España decadente a causa del predominio de lo que consideraban una raza mesetaria inferior.

Claro que Godall no habla simplemente de imperar sobre una España que considera inferior, sino que los propios catalanes pueden librarse de «la pesada carga» que supone estar presos de España: «nosotros lo podemos resolver», afirmó; resolución que no es otra que la independencia respecto a España. Las declaraciones de Godall se convierten así en un acto de desafección hacia la patria; desafección muy habitual en sus tiempos de vicepresidente del Fútbol Club Barcelona, manifestada con la reivindicación de los denominados «Países Catalanes» (que incluyen toda la franja mediterránea de España) en los prolegómenos de los partidos jugados en el estadio del Fútbol Club Barcelona, o bien con el apoyo a organizaciones separatistas catalanas, como Esait, que fueron instigadoras de los abucheos al Himno Nacional Español y al Rey de España de parte de aficionados azulgranas en la Final de la Copa de Su Majestad el Rey del año 2009.

Y es que, en sus delirios independentistas, los separatistas catalanes no sólo desean liberarse de la «desgracia» de pertenecer a España, sino de paso expoliar un fragmento mayor de la patria común e indivisible de todos los españoles, bajo la forma de «Países Catalanes», sumando a Cataluña toda la franja mediterránea de España. Algo reivindicado en forma de «Imperialismo Catalán» desde las Bases de Manresa de 1892 enunciadas por Prat de la Riba y Francisco Cambó, en las que ya se formulaba como aspiración la inmersión lingüística actualmente practicada desde la Generalidad de Cataluña, para imponer el idioma catalán como único en Cataluña, pese a ser una minucia en comparación con una lengua universal como el español. Sería así un «país» con lengua propia que, pese a la «desgracia histórica» que le supone formar parte de la Nación Española, no duda en aprovechar las ventajas de todo tipo que le reporta esa pertenencia.

FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA

jueves, 10 de marzo de 2011

Ilegalizaciones sortutarras

La aparición en el escaparate electoral de la candidatura hispanófoba Sortu, ha vuelto a poner de relieve la ausencia, en el parlamento español, de una doctrina sólida a la que acogerse cuando se pretende ejercer un patriotismo basado en razones y ajeno a ramplones argumentos emanados de las vísceras o el sentimentalismo. A diario, en las telepantallas, y en torno a las listas de Sortu, se desgranan los más alambicados argumentos, siempre en aras de obtener la convergencia con el pensamiento políticamente correcto.

En suma, y como único requisito exigido para la legalización de tal partido, un gran espectro de la clase política cuyas ideas son amplificadas por los medios de comunicación afines, exige al colectivo proetarra la renuncia al uso de la violencia, pues, al parecer, cualquier idea se puede defender en ausencia de tales métodos, pudiendo recurrirse al no menos violento verbo, aun cuando ese verbo pretenda, desde la caja de resonancia de las instituciones españolas, destruir España.

A esta cuestión hemos de añadir la sospecha que gravita sobre tal formación, según la cual, ésta no sería sino un señuelo que desviara la atención hacia la verdadera maniobra orquestada por los secesionistas: colarse en las instituciones políticas incorporando sus miembros a las listas del partido Eusko Alkartasuna.

Sea como fuere, repetimos, la llamada clase política española acusa una debilidad en cuanto a sus principios que, unida a las eventualidades de la aritmética electoral, permite crecer a estas facciones más o menos contaminadas.

En este sentido, en el de los principios, Denaes publicó en 2008 un corpus: En defensa de España. Razones para el patriotismo español, donde se señala la contradicción consistente en permitir la existencia legal, dentro de la propia Nación Española, de partidos políticos y organizaciones en cuyas bases programáticas se declara abiertamente la intención de destruir la Nación Española. Así, la desobediencia civil en España toma forma antiespañola, «canalizada a través de los partidos secesionistas, infiltrados institucionalmente en el cuerpo político español» y conduce por «el camino de la divergencia y la secesión», como señala En defensa de España en su página 149.

FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA.

jueves, 3 de marzo de 2011

El Marqués de Del Bosque, Español Ejemplar

El día 4 de febrero de 2011, Don Vicente del Bosque González fue nombrado I Marqués de Del Bosque, junto al premio Nobel Mario Vargas Llosa, el ex magistrado del Tribunal Constitucional Aurelio Menéndez y el empresario Villar Mir.

Su nombramiento vino dado por, en palabras de S. M. Don Juan Carlos I: «la gran dedicación al deporte español y la contribución de don Vicente del Bosque González al fomento de los valores deportivos, merece ser reconocida de manera especial, por lo que, queriendo demostrarle mi Real aprecio, vengo en otorgarle el título de Marqués de Del Bosque, para sí y sus sucesores, de acuerdo con la legislación nobiliaria española». Días más tarde, el jueves 24 de febrero, don Vicente recibía el Premio «Español Ejemplar», en la Categoría de Deporte.

Ambos galardones no son sino la prueba palpable de las conexiones existentes, especialmente en las sociedades capitalistas desarrolladas como la española, entre deporte y política. En efecto, la trayectoria de Del Bosque, primero como jugador —vistiendo, por cierto, la camiseta de la selección nacional de fútbol—, y después como seleccionador que ha logrado conducir al equipo nacional a la consecución del Mundial de Fútbol, le ha otorgado este título antes reservado para los que, en otro campo, el de batalla, se distinguían en sus servicios a la Corona, a la nación histórica española que pasó, por medio de la revolución que dio como fruto la Constitución de Cádiz, a convertirse en una nación política en la cual se mantuvieron dichos títulos nobiliarios.

En el caso de Del Bosque, el éxito deportivo sirvió para que en toda España, muchedumbres nada acomplejadas, exhibieran con orgullo las banderas españolas, para consternación de las facciones hispanófobas que la Nación consiente y aún financia. Cumpliéndose así las palabras que el seleccionador pronunció al recibir el premio entregado por DENAES.

El éxito deportivo se produjo precisamente ante Holanda, nación surgida de los Países Bajos que pertenecieran a la Monarquía Hispánica, donde comenzará a adquirir vigor la Leyenda Negra que aún atenaza a muchos españoles, aplastados por complejos históricos sin fundamento. La nación de los tulipanes, que se viste en los campos de juego con el color naranja de uno de sus fundadores, Guillermo de Orange, rinde tributo a esta figura histórica que tanto hizo por dañar la imagen de España en su tiempo.

Vaya, por lo tanto, desde aquí nuestra felicitación al nuevo Marqués, con la esperanza de que sus éxitos hayan servido para fortalecer un patriotismo que ha de ejercerse con la mayor carga de razón posible, una razón que ha de ir acompañada de la trituración de dañinos mitos como los que integran la aludida Leyenda Negra, y que han de ser superados del mismo modo que lo fue Holanda en el campo, en una batalla deportiva que ha procurado a su estratega un merecido título nobiliario.

FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA.

martes, 22 de febrero de 2011

Sus indoctas señorías se pliegan a la toponimia del nacionalismo vasco

Con la única oposición del PP y Unión Progreso y Democracia, los diputados españoles han decidido que los topónimos en español desaparezcan de las provincias vascas, es decir, Euskadi, neologismo que se debe al talento del primero carlista, después nacionalista y siempre hispanófobo, Sabino Arana Goiri, fundador del PNV y padre del nacionalismo vasco del cual saldrían, con el tiempo, los a veces asesinos a veces hombres de paz, que integran ETA. Así pues, las tres provincias del País Vasco, pasan a llamarse, por decisión de sus indoctas señorías: Araba/Álava, Gipuzkoa y Bizkaia, en una curiosa ortografía que admite letras griegas como la k y destierra a la españolista v.

La iniciativa, extravagante y antiespañola, no constituye novedad alguna, pues en otras ocasiones, y a veces con el apoyo del PP que ahora, con acierto, se opone a tal desatino, se han tomado decisiones que han propiciado la existencia oficial, por la que se rigen numerosos leguleyos, de denominaciones como: A Coruña, Ourense, Girona, Lleida e Illes Balears.

Los argumentos para esta democrática toma de decisión, han sido los previsibles: Los del PNV, han apelado al agravio comparativo con respecto a las regiones mencionadas. País Vasco, Euskadi o, ¿por qué no?, Euskal Herria, no va a ser menos que Galicia o Galiza, que Cataluña o Catalunya. La petición, como es lógico, ha encontrado, al margen del apoyo de un PSOE ávido de apoyos y rendido a los postulados secesionistas, el voto favorable y previsible de ERC, grupo que por boca de Jordi Xuclá, manifestó esa cantinela falsa y reiterativa según la cual el Estado –no España, palabra tabú para estos enemigos de la Nación- "avanza en el reconocimiento de su carácter plurilingüístico y plurinacional".

A estos despropósitos se sumó Gaspar Llamazares, quien no tuvo empacho en mostrar su rechazo a la "castellanización a ultranza" que, según él, ha dado lugar a diversas "traducciones ridículas". Ignora el sexista y progresista don Gaspar, que hace tan solo unos días, la nueva inquilina de la Real Academia, doña Inés Fernández-Álvarez, primer filólogo hembra de la institución, manifestó en su discurso de ingreso, que el español no puede identificarse sin más con el castellano... Pero, ¿qué puede importarle ese pequeño detalle a quien pretende, nada menos que liberar a los pueblos de España?

Desde DENAES no podemos sino pronunciarnos de forma rotunda, más rotunda que la de aquellos que no han mostrado un criterio firme en este asunto. Las ciudades de la Nación Española, deben seguirse llamando en español, y así nos conduciremos en el futuro. No hallará el lector despropósitos de este tipo en una Fundación cuyos patrióticos objetivos no admiten peajes ni componendas.

FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA.

miércoles, 16 de febrero de 2011

Con o sin las armas

La cuestión de la ETA, desde un punto de vista teórico, no tiene mucha enjundia; es, simplemente, la práctica del asesinato como medio para conseguir la secesión de las provincias vascas y Navarra del resto de España. Esto, claro es, en cuanto que los mismos etarras consideran que sólo una amenaza tan grave como es el asesinato reiterado de ciudadanos españoles, puede quebrar la moral de un Gobierno como para que este vea prudente «sentarse a negociar».

Ahora bien, si los representantes del Estado «bajan el listón» de su amedrentamiento, puede suceder que los asesinos no tengan que asesinar a ningún español más, puesto que la mera amenaza de «volver a las armas» será suficiente para que aquellos se «sienten a negociar». Este, y no otro, es el significado de la tregua. Por eso, atención, no hay que hablar de «tregua-trampa», puesto que todo tregua anunciada por una banda terrrorista, en sí misma, supone la vuelta a reanudar la actividad criminal de no obtenerse los objetivos por los que se asesina.

Y cumplido este paso, «sentarse a negociar» puede incluso significar sentarse definitivamente, o sea, instalándose en un parlamento a través de lo que se conoce como «brazo político». Ahora, los asesinos podrán empezar a ser reconocidos por las gentes ingenuas, como meros asesinos «en potencia», de tal suerte que su conversión en asesinos «en acto» sólo vendría por la negativa del Estado a aceptar que su “brazo político” participe en una elecciones.

La falacia es conocida. Se llama de la «falsa causa»: post hoc, ergo propter hoc. Y como en toda falacia, lo que se está escamoteando es el nexo causal real entre un fenómeno (ilegalización del partido cómplice) y el otro (asesinar); ese nexo causal, insistimos, es la secesión de España. De esta corrupción lógica proviene uno de los insultos más graves y escandolosos que se pueda verter contra todo aquel que no abriga esperanza alguna acerca de las «virtudes» del diálogo, sea este en privado, o en el mismo parlamento, a saber, que acaso le interese que ETA vuelva a asesinar.

Pues bien, los españoles tenemos un Gobierno que no sabe por qué asesina la ETA, y si lo sabe, le da igual. Cree, estúpidamente, que los «asesinos en potencia» se pueden quedar en ese estado, aletargados, en virtud de la democracia; no sabe, o le da igual, que lo que importa no es tanto acabar con ETA como con cualquier organización que defienda su mismo objetivo final. Y tanto da si es con las armas o sin ellas.

FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA.

miércoles, 9 de febrero de 2011

Federar para disolver España

En las últimas semanas, y desde diversas posiciones ideológicas que van desde un impreciso liberalismo a la socialdemocracia, pasando por posiciones vaga o abiertamente separatistas, ha arreciado la propuesta de transformar a España en un estado federal, asunto que aflora de tiempo en tiempo dada la inestabilidad territorial de la Nación. El punto álgido de este movimiento, se alcanzó el pasado domingo, en la reunión que el PSOE mantuvo en Zaragoza y en la que, al parecer forzado por el PSC se trató de estos asuntos.

La conclusión a la que llegó este cónclave de barones, es que el Estado de las Autonomías, debe ser reforzado, en la búsqueda de «generar una cultura federal de colaboración basada en la multilateralidad como mecanismo habitual de relación», con la salvedad de algunos asuntos, ignotos todavía, que se tratarían de forma «bilateral» con el Estado.

Como se observa, la doctrina de la bilateralidad recogida en el Estatuto de Cataluña y apoyada por los jueces de cuota del Tribunal Constitucional, ha calado hondo en los socialdemócratas, que aprecian en la palabra federal, un agradable sonido de efectos taumatúrgicos sobre una nación que, gobernada por ellos mayoritariamente durante el presente régimen constitucional, ofrece la cifra de paro más alta de sus historia y ha supuesto, por los motivos estructurales en los que ahora insisten, la pérdida de la igualdad de derechos y obligaciones entre españoles, así como una debilidad más allá de sus fronteras que es por todos apreciada.

Federar es toda la solución que ofrece la autodenominada izquierda española, envuelta en su habitual gnosticismo y fiel a algunos de sus lejanos ideólogos —en este punto nos viene a la mente la figura de Pi y Margall— más afectos a la Humanidad que a España, estructura política que no es, dadas estas coordenadas de aromas krausistas, sino un obstáculo para poner en marcha iniciativas más elevadas, tal es el proyecto de la Alianza de Civilizaciones con el que sueña Rodríguez Zapatero.

Bajo el melódico federalismo, en el fondo un verdadero confederacionalismo, sin embargo, y dada la realidad política española, se esconden, como es sabido, otros intereses. No se trata, pues, de solucionar deficiencias del sistema autonómico, sino de abrir la puerta a la implantación definitiva de las llamadas nacionalidades históricas, que quedarían aún más reforzadas junto antes de la federación. Pues para federar, es imprescindible, en un estado unitario como el español, romper para luego reunir. Y en ese momento de ruptura, muchos de los objetivos, abiertamente antiespañoles, cristalizarían, para incorporarse en una asimétrica, plurinacional y plurilingüe federación ante la que Denaes no puede sino mostrar su más firme oposición.

FUNDACIÓN DENAES, PARA LA DEFENSA DE LA NACIÓN ESPAÑOLA